viernes, 20 de abril de 2012

SG8 | Editorial

“La medicina es una ciencia social, y la política no es más que medicina en gran escala.”
R. Virchow (1848)


Deberíamos preguntarnos: ¿es necesaria una revista de “políticas de Salud”? Creemos que es más necesaria que nunca, para que el pueblo pueda reconocer e indignarse por las profundas injusticias que generan las carencias crónicas y las enormes desigualdades sociales en nuestra Argentina. 

Esto en la Salud se evidencia por ejemplo en la reaparición de endemias que estaban extinguidas como el  dengue; también en la persistencia del Chagas-Mazza que sigue siendo una enfermedad de la pobreza aún sin resolver, y en el agravamiento de diversas problemáticas psicosociales como son las adicciones, por la cuál mueren miles de jóvenes en nuestro país, la depresión, la violencia familiar y de género, entre otras. 

Además, la desigualdad social mata de manera diferencial según los distintos sectores de clase –como en la trágica cubierta del Titanic-. Y se expresa en la mortalidad diferencial de distintas regiones del País. Basta decir que la mortalidad infantil en Formosa (20,5‰) es 4,5 veces mayor (si es así, no leyó mal) 4,5 veces mayor que en Tierra de Fuego (4,6‰). En la misma Ciudad Autónoma de Buenos Aires es 2,5 veces mayor en los barrios del sur respecto a los del norte de la ciudad. Pero no es solamente en los niños donde se evidencia esta mortalidad diferencial. A los adultos también le cobran su tributo, la tasa de mortalidad ajustada por edad en el Chaco (8,65‰) es el 50% mayor que en la Ciudad de Buenos Aires (5,75‰). Otro ejemplo es la relación entre pobreza y mortalidad materna, como muestra el contraste entre las tasas en la Ciudad de Buenos Aires (1,8‰) y Jujuy (18,5‰).

Ante esta situación el Estado no se hace cargo de la Salud Popular, ya que el 48% de la población sólo tiene el sistema público para atender su Salud y el Estado sólo dedica $47 por habitante,  2,5 veces menos que el que dedican las obras sociales provinciales ($116).

Todo el sistema público del Estado (Nacional, Provincial y Municipal) solamente cubre al 21,5% del gasto en Salud, dedicando el 2,19% del PBI, cuando el gasto total en Salud implica el 10,2% del PBI, pero casi la mitad (el 4,92% del PBI)  lo paga la propia gente de su bolsillo.

Si se quiere una muestra de la preocupación del Estado Nacional por la Salud, basta saber que sólo dedica el 0,34% del PBI a Salud y sólo contribuye con el 3,3% del gasto total en Salud.

La desigualdad también se mantiene dentro del Sistema de Obras Sociales. Veamos lo que pasa en el puerto:  Un comisario naval tiene $528 mensuales para atender su Salud. Pero en cambio un estibador sólo $148 por mes, 3,5 veces menos que un comisario naval. ¿Puede ser igual su nivel de atención?  
Otra muestra de la poca importancia real que el Estado da a la Salud del Pueblo es el agravamiento de  las ya malas condiciones laborales de los trabajadores de la Salud. Los bajos salarios obligan al pluriempleo con jornadas extenuantes. Además existe una alta tasa de precarización laboral, con ejemplos paradigmáticos como San Luis (casi el 90%) y el programa Médicos Comunitarios (la totalidad).

Por lo tanto es necesaria e imprescindible la confluencia de un amplio movimiento de masas, ya que la Salud de nuestro pueblo es tan importante que no podemos dejarla “solamente” en manos de los trabajadores de la Salud. El pueblo debe tomar la lucha por la salud en sus manos. Debe convertirse en una tarea nacional, como otras acciones y movimientos de experiencias populares. Como las últimas movilizaciones contra la devastadora megaminería a cielo abierto (Famatina, Andalaga y otros), la indignación popular por la masacre de trabajadores en los destartalados trenes, la defensa de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas y la ocupación de tierras de la empresa Ledesma para resolver las necesidades de vivienda del pueblo de Libertador San Martín (Jujuy). 

Por todo esto y mucho más, es que es necesaria una revista periódica, que muestre los procesos de lucha por la Salud, integre las nuevas experiencias y nos permita abrir un espacio de debate y consenso sobre los planes y acciones necesarios para avanzar hacia una Salud pública universal, gratuita y de calidad, y para que los “Signos Vitales de la Salud del Pueblo” expresen el “completo bienestar físico, psíquico y social”, que es la pregonada y nunca cumplida definición de Salud de la OMS.
¡Es la hora de ponernos en marcha!

Consejo Editor